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Mercado grande. Crónica 32 Puestos y lugares del alboroque

 

32. Crónica 32 La importancia comercial de la plaza del Mercado Grande a lo largo de la historia ya se deduce de la organización espacial de la ciudad medieval, tal y como resulta de la información que aportan la Consignación de rentas ordenadas por el Cardenal Gil Torres a la Iglesia y el Obispado de Ávila de 1250, así como del Libro Becerro primordial de toda la Hacienda del Cabildo de 1303.



Siguiendo entonces a Ángel Barrios, diremos que, a finales del siglo XIII, de los 310 inmuebles urbanos propiedad del cabildo, 54 eran tiendas situadas en el centro de la ciudad, donde el Mercado Grande era el sitio con mayor dinamismo comercial. En él se hallaban los más importantes mesones, donde se recogía como huéspedes a los mercaderes y otras gentes de paso, allí se encontraban las “establías”, donde las personas de visita podían guardar sus bestias de transporte, y su buen número de tiendas ocupaban los lados de dicha plaza.

El Mesón del Arco está datado desde el 27 de mayo de 1373 en un pergamino del archivo de la Catedral, indica Andrés Sánchez, formando parte de las casas “sitas en la dicha ciudad a la caveza de la iglesia de La Magdalena, que llaman el Mesón del Arco de la Plaza del Mercado Maior, con sobrado y corral”, sobre las que el Cabildo Catedralicio tenía un censo otorgado por Juan Sánchez, vecino de Ávila, ante el notario público Juan Fernández, el cual producía 360 maravedíes anuales pagaderos en los plazos de San Juan y de Navidad.

El catastro de Ensenada de 1751 nos informa que en el Mercado Grande estaba la Alhóndiga o pósito de granos, una tienda de aceite y jabón, y la Casa de las Carnicerías de la ciudad, la misma que ya funcionaba en 1497.

El citado catastro localiza igualmente en la plaza del Mercado Grande el llamado Mesón del Grande, uno de los cinco existentes en la ciudad. Los otros eran los llamados de la Fruta, del Toro, de las Tablas y de la calle de don Gerónimo.

Siguiendo a Ensenada sabemos también que, en 1751, en los portales del Mercado Grande, existía un puesto público donde se vendía vino común y ordinario. Otros puestos estaban en la calle de don Gerónimo junto al Alcázar, y en el arco del Puente Adaja. Además, la ciudad cuenta en propiedad con siete de las diez tabernas existentes, una de ellas situada bajo los portales del Mercado Grande.

En 1850 se instaló en el edificio de la Alhóndiga el Café Rubiños, con botillería y sala de baile y música en la galería del piso alto.

Sabemos que la Posada del Mercado Grande es el establecimiento que ocupaba el número 25 de la Plaza del Alcázar en 1863. Las otras posadas de la ciudad tenían por nombre del Rastro, de la Fruta, de la Estrella, del Puente, de la Feria y de las Vulpes. También en la Plaza del Alcázar número 19 había una de las numerosas casas de huéspedes abiertas en la ciudad para dar alojamiento a los obreros del ferrocarril.

En los días de mercado los visitantes y comerciantes descansan a la puerta de los mesones y posadas, o “echando el alboroque” ante la talaverana jarra de buen tinto en las numerosas tabernas del Chico o del Grande; y no pocos escandalizando en los bodegones del Puente, escribió Veredas.

Jesús Mª Sanchidrián Gallego

(Foto: Plaza del Mercado Grande o del Alcázar. Tarjeta postal Lucas Martín, 1910)

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