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La Muralla en la mirada. Crónica 16.  Austeras Murallas asentadas sobre granito

16 En el primer tercio del siglo XX, la ciudad de Ávila y su muralla se convirtieron para el movimiento pictorialista español en uno de sus mejores escenarios. Esta corriente fotográfica tenía como objetivo la búsqueda de la belleza con intención de reivindicar los valores artísticos, de ahí el origen del término pictorialismo, proveniente de la expresión inglesa “pictorial photography”  que significa fotografía artística, con lo que se pretende decir que la fotografía es un arte, igual que la pintura y el grabado Los pictorialistas conciben las fotografías como cuadros, donde las imágenes adquieren valores plásticos y texturas propios a través de procesos pigmentarios con retoques del autor.


Los temas predominantes  de esta corriente estética son el paisaje y el costumbrismo, y Ávila ofrece escenas especialmente queridas con esta temática rural, como las realizadas por José Mª Álvarez de Toledo y el Marqués de Sta. Mª del Villar.

Los fotógrafos pictorialistas que acudieron en masa a Ávila, con la idea de retratar su paisaje monumental y las escenas campesinas que ofrecían sus plazas en días de mercado, eran en su mayoría miembros de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, y entre sus nombres estaban Ángel Redondo de Zúñiga, Antonio Cánovas del Castillo, Baltasar Hernández Briz, Narciso Clavería, Antonio Prast, el Marqués de Santa María del Villar, José Ortiz Echagüe, el Conde de la Ventosa y Antonio Calvache. Todos ellos retrataron la muralla, la ciudad y sus gentes, y con gran difusión publicaron las fotografías  en exposiciones, libros y revistas, e incluso editaron postales de las mismas. A ellos añadimos también el nombre del Doctor Arturo Cerdá y Rico (1844-1921), amigo del pintor López Mezquita, quien en 1909 retrató la calle de San Segundo presidida por el cimorro de la catedral, la casa de carnicerías y el antiguo hospital de San Martín o casa del caballo.

Entre las numerosas imágenes que testimonian la riqueza plástica del pictorialismo  ahora sólo destacamos  aquellas  vistas de la ciudad la muralla que hicieron Ortiz Echagüe y Calvache.

Gracias a la fotografía de José Ortiz Echagüe la ciudad de Ávila se ha visto multiplicada en numerosas exposiciones, catálogos, libros, revistas y periódicos, y la  imagen más representativa, entre el medio centenar  que hizo, es sin duda en la que aparecen los personajes Escopeta, Vinazo y Centeno con las murallas al fondo fechada en 1916. Estos tipos rurales y sobrios, con capas de autoridad, semejan a los antiguos regidores que gobernaban la ciudad, y tras su quietud modélica se presenta Ávila rocosa y fría, siempre luchadora por mantenerse viva. Completan la selección de imágenes  realizadas por Ortiz Echagüe las fotografías tituladas “Mujeres frente a las Murallas” y “ Murallas de Ávila”, realizadas con la misma técnica pictorialista, que se pretende convertir la escena retratada en una obra artística sobre las que dice Ortiz Echagüe: “Las murallas  se muestran entonces detrás de hombres ataviados con capas pardas y sombreros negros, y mujeres con amplios vestidos y sombreros de paja, aglutinando así el paisaje monumental de Ávila con el tipismo de sus gentes, como si la historia se hubieran paralizada en algún momento de su devenir. Ávila, la mística, ofrece al asombro del caminante el recio cerco de sus austeras murallas asentadas sobre rocas de granito.

El Monasterio de Santo Tomás y sus frailes, fueron otro motivo abulense que cautivó a Ortiz Echagüe, igual que la imagen de la catedral almenada y las murallas, que siguen configurando el paisaje cautivador que se contempla desde el horizonte de poniente.

El 30 de enero de 1924 se inauguró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una exposición de bromóleos formada por una colección de vistas de España y rostros populares. Su autor era el fotógrafo Antonio Calvache (1896-1984), uno de los más famosos fotógrafos madrileños del momento, que lo fue también de la Casa Real y de los artistas y cómicos, y después de la alta aristocracia. Calvache había sido torero en su juventud, y compaginó su actividad profesional de fotógrafo con la de actor de cine, e incluso director y productor. En su visita a Ávila captó la  larga tradición histórica de la ciudad medieval en un instante que plasmó en una vista general de la ciudad amurallada siguiendo el modelo pictorialista imperante. La vista de Ávila, también el conjunto de la obra expuesta, semeja un cuadro en blanco y negro donde se produce una “alianza feliz de la fotografía y de la pintura; predominio de la inteligencia humana sobre el producto industrial. Incluso la calidad de ‘obra única’ que tienen estos retratos firmados por Antonio Calvache le acentúan su valor artístico”, escribió el crítico de arte José Francés en la revisa La Esfera del 16 de febrero de 1924.  

Jesús Mª Sanchidrián Gallego

(Foto: “Escopeta, Vinazo y Centeno” con las murallas al fondo. Ortiz Echagüe, 1916).

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