Similares vistas a la dibujada por Wingaerde en 1570 fueron fotografiadas trescientos años después desde los Cuatro Postes por Charles Clifford en 1860 y por Jean Laurent hacia 1864. Se completan estas perspectivas panorámicas con otras que hicieron a finales del siglo XIX el arquitecto diocesano Isidro Benito y el retratista y tipógrafo madrileño familiarizado con Ávila Ángel Redondo de Zúñiga, destacando entre un gran número de fotógrafos.


Aunque son pocos los testimonios que nos han llegado sobre la evolución paisajística de la ciudad desde su construcción en la edad media, nos consta que se hicieron casas con vergel y que en los palacios renacentistas se cultivan huertos y cuidan pequeños jardines, lo mismo que ya se venía haciendo en los conventos y monasterios, de todo lo cual dan fiel testimonio las fotografías que hicieron Casiano Alguacil hacia 1876 y Pelayo Mas Castañeda en 1928.
El punto de vista que tomamos ahora en esta aproximación ambiental sobre Ávila proviene, principalmente, de su historia gráfica, y de la visualización que sobre su devenir y evolución nos ha llegado. Por ello, y porque nos resulta fácil comprobarlo, sabemos que la ciudad se levanta como un castillo colgado en la cabecera del Valle Amblés, “como si estuviese colocada a horcajadas de alguna gigantesca cabalgadura”, escribió Miguel Delibes.
Los primeros retratos de la ciudad de Ávila fueron tomados por el inglés Charles Clifford en 1853, repitiéndolos años después en 1860 en una panorámica desde los Cuatro Postes, aquí aparece la ciudad medieval en todo su esplendor, aunque el verdor se oculta ante la dureza de un caserío ennegrecido por la piedra milenaria.
Ávila tiene en su muralla el libro de su historia centenaria. La misma que se visualiza en un reencuentro vivo a través de las fotografías del libro La muralla de Ávila telón de fondo (2006), obra en la que recogemos la actualidad de la muralla. La muralla se muestras entonces como telón de fondo o forillo de la representación de la ciudad en una escenografía fotográfica que expone en un catálogo visual de casi doscientas fotografías su carácter legendario, festivo, lúdico, circense, religioso, social, folclórico, pictórico, deportivo, musical, poético, agrícola y ganadero.