Mercado grande. Crónica 18. Un montepío o alhóndiga de granos para socorrer a pobres y labradores.

18. Crónica 18 El edificio construido en el Mercado Grande junto a la puerta del Alcázar para servir como alhóndiga o pósito de granos, fue durante más de trescientos años una de las imágenes arquitectónicas más peculiares que definieron y dieron lustre a la plaza, ocupando un lugar preeminente en su configuración como espacio público y en muchos de los acontecimientos que sucedieron después.

 

La Alhóndiga, como institución jurídica, nació a iniciativa del Obispo de Ávila Fray Francisco Ruiz, quien “a sus expensas en 1521 fundó en esta ciudad un montepío, que aora llaman Alhóndiga, para socorro de los pobres y labradores menesterosos de Ávila y pueblos de su tierra, poniendo primero el Obispo en depósito doscientas fanegas de trigo; y el cavildo, su Yglesia, puso ciento cinquenta, y otros cavalleros en proporción, de modo que su primer pie fueron 700 fanegas de trigo”.

El edificio que finalmente debió albergar el montepío en que consistía la institución de la Alhóndiga debió construirse en los años sucesivos a su fundación, no pudiéndose precisar la fecha de su construcción de una forma concluyente. No obstante, lo anterior, a la vista de los interesantes datos aportados por Emilio Rodríguez Almeida, obtenidos después de un minucioso estudio epigráfico de la inscripción existente en los restos de la cornisa del antiguo edificio de la Alhóndiga, puede decirse que la fecha de inicio de las obras debió coincidir con la de su fundación, y así resulta que dicha inscripción:

“Se comenzó esta obra reynando la sacra magestad del emperador don Carlos el primero deste nombre, en la era de mill y quinientos y cincuenta y nueve ?, a … días de Octu-, Noviem-, Diciem- ? bre, año del  nascimiento de nuestro Señor del mill y quinientos veintiuno ?,… acabóse con el acuerdo y mandado del y.. don… o de Baeca, corregidor desde ciudad y por la industria del muífico cavallero don Gerónimo de M… e?go, sñor de…”

            Y ello, con independencia de que en 1530 se fechara una Provisión Real “mandando hacer una información sobre el sitio para hacer una alhóndiga en esta ciudad”, o que el 15 de mayo de 1562 se fijaran condiciones para construir los pilares del edificio de la Alhóndiga en la plaza del Mercado Grande, lo que bien pudo deberse a obras proyectadas sobre la marcha, o a obras de ampliación, reforma o reconstrucción.

            Finalizada la construcción de la Alhóndiga, la plaza del Mercado Grande se convirtió en el escenario de nuevos acontecimientos históricos. Así, el nuevo edificio de dos plantas con galería levantado entre la torre del Homenaje y la del Alcázar, frente al Mercado Grande, sirvió para la celebración de sesiones por el Ayuntamiento en 1589, y como prisión y cárcel propia y privilegiada de los nobles. Por esto último, el lunes 17 de febrero de 1592, fue sacado de la Alhóndiga don Diego de Bracamonte para ser ajusticiado. Iba montado en una mula enlutada, con un capuz y caperuza de bayeta, y las manos atadas con un listón y una cadena en un pie, y entrando por la puerta del Alcázar el siniestro cortejo se dirigió al Mercado Chico donde fue degollado. Dicha condena fue la pena impuesta por la acusación de haber incitado a la rebeldía fiscal, provocación hecha mediante papelones, término referido a los panfletos o pasquines anónimos aparecidos por la ciudad protestando contra la decisión de Felipe II de que la nobleza y el clero tuvieran que pagar, como el pueblo pechero, la contribución extraordinaria que pretendía recaudar ocho millones de ducados.

Además de cumplir su función propia de pósito de granos, el local municipal de la Alhóndiga era también el sitio escogido para reclutamiento y enganche de gente destinada a las milicias mediado el siglo XVII. En 1596  el edificio había albergado la Carnicería de la ciudad,  en el siglo XIX las leyes desamortizadoras acabaron con la vida de la Alhóndiga como institución de préstamo y socorro , en 1842 era presidio, en 1844 se instalaron allí las oficinas del Gobierno,  en 1848 se destinó a cuartel de la Guardia Civil, y en 1850 se instaló el Café Rubiños, con botillería y sala de baile y música en la galería del piso alto, cuyo arrendatario  era el fontanero y “aparejador” municipal Faustino Rubiños.

El edificio de la Alhóndiga aparece reseñado en el Catastro de Ensenada de 1751, indicándose que tiene esta ciudad una casa para alfóndiga (sic) y pósito de granos, con las oficinas correspondientes, la que no sirve para otro ministerio, y la cual requiere reparaciones periódicas, por lo que a tal efecto se consigna el gasto correspondiente. Casi cien años después, Madoz en 1845 describe el edificio como “un pequeño e insignificante pósito o alhóndiga”, una parte del cual se halla arrendada para vender carne, habiendo dejado de servir el edificio a los fines para los que se construyó. A partir de entonces se hicieron diversas reformas en las paneras, y escalinata de acceso, produciéndose en lo sucesivo continuos cambios en el uso de la antigua Alhóndiga, cambios que afectaron a su propia significación en la configuración de la plaza y a la actividad que se desarrollaba en la misma. 

            El 15 de enero de 1861, el arquitecto municipal Idelfonso Vázquez de Zúñiga firmó los planos de adaptación de la Alhóndiga para servir como escuelas, habilitándose después con bancos y mesas, aunque en 1864 son denunciadas por ruinosas. A partir de entonces empieza un progresivo deterioro del edificio sobre el que no prospera en 1876 un nuevo proyecto de reforma para escuelas de Juan Bautista Lázaro, y sí por el contrario un proyecto de demolición, así que el derribo ya era una realidad en 1882, año en el que la ciudad celebraba el tercer centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús. 

            Desaparecido el edificio de la Alhóndiga, y concluida la construcción de los nuevos soportales del Mercado Grande, la plaza experimentó una drástica transformación en su imagen, con cuyo cambio los regidores entendían pretendían dar un paso más en la modernización de la ciudad. Para ello también habrá que derribar las casas que continuaban adosadas a la muralla, si bien esta empresa todavía tardará años en llevarse a cabo.

Jesús Mª Sanchidrián Gallego

 

(Foto: La Alhóndiga de Ávila en la Plaza del Mercado Grande, Jean Laurent, 1864)

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