La Muralla en la mirada. Crónica 11. La Muralla se comercializa en postales

 

11 Continuando el recorrido por las distintas perspectivas que ofrece la contemplación de la muralla nos detenemos en la figura de Josep Thomas Bigas (1837-1921), fotograbador e impresor, introductor de las más avanzadas técnicas sobre artes gráficas.



Fundó el taller de fotograbado e impresión “Thomas” de donde salieron numerosas tarjetas postales, y fue proveedor de las principales editoriales de la época. En 1896 editó un curioso cuadernillo realizado en tipografía de catorce vistas desplegables de Ávila que se vendían en el establecimiento de Lucas Martín del Mercado Grande. Años después, algunas de las tarjetas de Thomas fueron editadas y comercializadas en Ávila por Pedro Jiménez de la Cruz, quien regentaba un puesto de periódicos y revistas en el nº 9 de la misma plaza del Alcázar o Mercado Grande, donde vendía postales y toda clase de objetos de escritorio y publicaciones. La casa Thomas fue también la impresora de cuatro series de la interesante colección de cuarenta fotografías de Ángel Redondo de Zúñiga tomadas a principios de siglo, en las que se muestran escenas de tipos pintorescos del gusto de los coleccionistas. De todas la fotografías reseñadas destacamos ahora estas viejas imágenes del río, el puente y las murallas, como referencia histórica y literaria que testimonian su valor cultural actualizado. Con igual espíritu emprendedor que tuvo Joseph Thomas hay que destacar al francés Jules Nicolás Richard (1848-1930), por sus inventos de nuevas técnicas y aparatos estereoscópicos, como la cámara verascope o sofisticados modelos de visor múltiple, dirigidos a facilitar la contemplación tridimensional de la imagen estereoscópica. Buen ejemplo de ello son las fotos que hizo del Mercado Grande o de la muralla de Ávila a principios de siglo, igual que lo es la colección de Clemente Romeo que se conserva en el Ayuntamiento de Ávila.

La fotografía estereoscópica sobre Ávila tuvo sus máximos exponentes en las ediciones de Alberto Martín, que ya se reseñamos anteriormente, y en las colecciones de la casa Rellev que había fundado el fotógrafo catalán J. Codina Torrán. Las vistas abulenses estaban firmadas por el fotógrafo J. Nonell y en ellas encontramos variadas y representativas imágenes de la ciudad, la muralla y otros monumentos tomadas hacia 1925-1930. El floreciente negocio que se desarrolló entorno a la producción y comercialización de postales ilustradas de Ávila, como de toda España, propició la inclusión de la ciudad en los catálogos de la mayoría de casas editoriales existentes en el sector. Y como no podía ser menos, también los comerciantes abulenses publicitaron y editaron ellos mismos las postales, este fue el caso por ejemplo de Lucas Martín que tenía tienda en la plaza del Alcázar, del librero Adrián Medrano y de Pedro Jiménez, y también de los impresores Senén Martín y de Hijo de Emilio Martín. Otros puntos de venta de postales fueron el estanco de Pablo Jesús Estévez y la Librería Nacional en la plaza del Alcázar; la Librería Vda. de Sánchez de la Cueva en la calle San Segundo 2; el Palacio de Cristal en la calle del Comercio; y el estudio fotográfico de Julián Fuentetaja “Jautlat” en la calle de Tomás Luís de Victoria, 11 y después en la calle Estrada, 12.

Aunque las imágenes que se reproducían en tarjetas lo eran a una sola tinta, la reproducción de fotografías y postales en color siempre fue un reto para los investigadores de las nuevas técnicas, campo éste en el que los editores de postales querían ver también un negocio floreciente. Los primeros avances sobre la fotografía en color fueron objeto de numerosos ensayos a finales del siglo XIX, especialmente estudiados en España por Santiago Ramón y Cajal, quien en 1907 comenzó a trabajar en su libro La fotografía de los colores, mientras que la revista Blanco y Negro publicó la primera fotografía en color en 1911. En este campo de la fotografía en color destacó Ángel Redondo de Zúñiga, quien publicó en La Fotografía una artística y bella escena de tipos populares abulenses tomada en el zaguán de una de las posadas de Ávila en 1914.

Parecidas a las primeras fotografías en color fueron las postales coloreadas, las cuales eran pintadas con anilinas especiales que “iluminaban” la imagen con colores inventados, y cuyo resultado gozaba de cierto atractivo. Esta técnica llamada “fhotocromo” fue introducida en la industria de las tarjetas postales por los impresores alemanes de la casa Püger & Co München hacia 1906, destacando Ávila y su muralla en una vista desde los arrabales del puente, y en otra del Arco del Alcázar. Posteriormente, las casas editoriales suelen comercializar distintas versiones de una misma tarjeta, una coloreada y otra no.

Jesús Mª Sanchidrián Gallego

(Foto: Paredón del acceso por la Puerta del Mariscal, Jules Tichard, 1900. Colec. Joaquín Hernández)

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