Ávila ajardinada en blanco y negro. Crónica 13. El entorno natural

Ávila ajardinada 13 Nuevas panorámicas tomadas por el arquitecto diocesano Isidro Benito en el siglo decimonónico nos enseñan por el Norte las huertas de Prado Sancho, por el Este el paso por el puente del ferrocarril con la frondosidad de la arboleda de San Antonio y el camino que discurre paralelo a la carretera de Villacastín, por el Sureste el Paseo de San Roque en toda su extensión.

Este paseo comienza en masa arbolada, luego sigue un largo camino sin apenas sombras paralelo al paredón del convento de Las Gordillas delimitado con un pequeño muro corrido que también es banco para descanso de los transeúntes. Finalmente, por el Sur pueden admirarse las huertas de Santo Tomás con esbelto arbolado y tierras labrantías.
Las fotografías de Isidro Benito son una ventana desde donde vemos y casi tocamos, a la vez que percibimos, lo que narran las actas municipales y cuentan las guías de viaje de la época. Por sus retratos tomados en la última década del siglo XIX sabemos de las características paisajísticas del entorno natural que rodea Ávila, el cual apenas evolucionó durante siglos hasta mediado el siglo XX, y de su percepción nos dejó escrito Jorge Santayana: “Ávila, aunque mantenga vida, se parece bastante a un desierto para simbolizar el destierro que es el mundo par el espíritu, a pesar de la multitud y el apremio que hay en él. En ambos sitios puede uno encontrarse inesperadamente con flores o hierbas dispersas de los más fragantes olores; y yo apreciaba profundamente la llamada de aquel paisaje desnudo y austero y la de aquellos sombríos pero resplandecientes altares”.

Jesús Mª Sanchidrián Gallego
(Foto: Vista general. Isidro Benito Domínguez, hacia 1898)
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