Mercado grande. Crónica 24. Funciones, procesiones y rogativas

24. Crónica 24 En el siglo XVI las fiestas regulares eran Carnaval, Corpus, San Juan, San Pedro, La Asunción, San Miguel y Navidad; y de carácter local, San Segundo, Santiago y San Vicente, en las cuales se programaban además de los actos religiosos corridas de toros, danzas y autos, entre otros.

El Catastro de Ensenada de 1751, destaca entre las fiestas en las que participa el Ayuntamiento las funciones del patrono San Segundo, rogativas a San Marcos, octava de Corpus, desagravio de Christo, Santiago Apóstol, fiestas grandes de las ocho parroquias, Nuestra Señora de Sonsoles, y función de la ciudad a su patrona Santa Teresa.

Anteriormente, en el siglo XVI las fiestas regulares eran Carnaval, Corpus, San Juan, San Pedro, La Asunción, San Miguel y Navidad; y de carácter local, San Segundo, Santiago y San Vicente

Entre los actos festivos cobraba especial importancia la procesión del santo, con cuyo motivo se convertía la ciudad en una mezcla de extraordinaria vistosidad de calles y plazas engalanadas, música, tarascas, danzas, campanas, fuegos, símbolos religiosos y piadosidad. Efectivamente “acabadas las vísperas del domingo 23 de abril de 1595, fueron el Obispo, Deán y cabildo de Ávila con una muy solemne procesión, desde la iglesia mayor con la hermandades, y clerecía de Ávila, y Cabildo de su santa iglesia, con sus pendones, y cruces, cantores, y música, y de esta manera fueron por la puerta principal a dar por la calle de don Gerónimo a la plaza del Mercado Grande, y calle de nuevo nombre de San Segundo: estando todas estas calles muy bien aderezadas, acompañando la Ciudad, Corregidor, y Alcalde mayor, y caballeros, regidores, y otros ministros de ella, con algunos caballeros, y otra mucha gente de la ciudad, hasta que llegaron al sitio donde la capilla del bienaventurado San Segundo se le dedica”.

Especial realce cobran las procesiones del Corpus y de Santa Teresa escribió Santayana, en las que la plaza del Mercado Grande ve pasar a las gentes piadosas mostrando un especial fervor religioso, igual que en los barrios se realizaban “procesiones pueblerinas, tan simpáticas, tan saturadas del gracejo popular, que compuestas de una Virgencita llena de flores, un sacerdotes, varios mozos de la parroquia y una fila de chiquillos portadores de los regalos que la Virgen recibió, recorren sin cesar las calles, casi desde que amanece hasta que el Sol se oculta”, escribió Veredas, quien también añade: “¡Fiestas de la Santa!.. sermones, gigantones, tarasca, gaitilla, columpios, tómbolas, caballitos, procesiones, peregrinos, toros, repique de campanas, cohetes, fuegos de artificio…, sois como el alma de Teresa, religión y alegría”.

Efectivamente, los actos festivos en honor de Santa Teresa de Jesús solían consistir en actuaciones de la banda de música, conciertos, cucañas, representaciones teatrales, proyecciones cinematográficas, toros, fuegos artificiales, bailes regionales, concursos de corta de troncos, música de dulzaina y tamboril, competiciones deportivas y verbenas populares, sin olvidar los concurridos oficios religiosos que tienen lugar todos los días. En estas fechas, el Mercado Grande y el centro de la ciudad se transforma en sala de espectáculos en las que se agolpa las numerosas gentes que acuden a las celebraciones y a disfrutar en las atracciones montadas para la ocasión.

No hay que olvidar, finalmente, que el Mercado Grande está presidido por la iglesia románica de San Pedro, lo que significa que en ella tienen lugar numerosas ceremonias religiosas en las que participa el vecindario, el cual contagia la plaza de su piadosidad.

(Jesús Mª Sanchidrián Gallego)

(Foto: Plaza del Mercado Grande. Jura de Bandera, Luis Saus, 1916)

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